miércoles, 19 de diciembre de 2007

Autobiografía

Ayer me pidieron en clase una tarea de lo más extravagate. Me pidieron que escribiera mi biografía.
Cuando lo dijo el profesor, lo primero que pensé fue:
-¿Para qué coño quiere este que le escribaa mi biografia? Tengo 20 años y llevo 15 estudiando... mucho, la verdad es que no hay que contar...
Así que esto es lo que le he escrito:



En las películas, cuando uno de los protagonistas está a punto de morir, toda su vida pasa por delante de sus ojos. Toda. Sin excepción.

Yo podría deciros que esa es la situación en la que me encuentro. Que estoy a punto de morir. Que de repente me ha venido toda mi vida a la memoria y que mi último deseo es compartirla con un puñado de gente que no me conoce y a la que no le importo. Y tendríais que creéroslo, no tenéis más remedio. Claro que perdería credibilidad como escritora y posiblemente como persona, pero eso solo pasaría con los que conozco y ellos no necesitan leer mi biografía. Pero si lo estáis leyendo es porque os lo creéis. De otro modo tiraríais esta hoja y mañana no os acordaríais de nada.

Podría deciros que tuve una infancia feliz y unos padres maravillosos y sería igual de cierto que si os dijera que crecí en un orfanato y nunca conocí el cariño.
Nada importaría.

Cuando se es una persona famosa, y no digo que yo sea famosa aunque tampoco digo que no, la gente cree de ti lo que quiere creer. Imagina tu vida y recompone tu infancia. Si resulta que se publica la biografía de esa persona a la que tú ya te habías encargado de asignarle una vida. Y no es lo que tú quieres que sea. No hay problema. Siempre podrías quedarte con tu versión de la historia y nada cambiaría.

Por eso no me voy a poner a enumerar fechas. A decir si de pequeña jugaba al fútbol o si prefería las muñecas. Tampoco diré cuándo y en qué me gradué, ni si fui a la universidad o no. Porque si algún día llego a ser famosa, si es que aún no lo soy, quiero que cada uno escoja la vida que quiere que yo tenga, la que cree que me ha llevado a escribir, sea bien o mal.

Lo más probable es que haya muchos que piensen que no soy más que una niña tonta con una pluma en la mano. Pero tampoco importa… Siempre tendré unos padres que alaben cualquier cosa que cuente como si cada vez que cogiera la pluma fuera para escribir Antonio y Cleopatra, de Shakespeare. O puede que no.

En cualquier caso, nada de lo que diga importará aquí. Las personas nacen, crecen, se reproducen y mueren. Exactamente igual que el resto de los seres vivos y a nadie le importa la vida de la lagartija que vivía en el jardín de mi casa, o del orfanato, a nadie salvo a mi. Igual que a nadie le importará mi vida. A nadie salvo a mis padres. Porque lo que le importa a la gente no es lo que hagas sino lo que dejes para la posteridad. Nadie sabe nada de la vida de Shakespeare y a nadie le importa. Porque tenemos sus obras y no necesitamos más.

Si algún día llego a ser famosa o si algún día llegáis a conocerme, en el caso de que ya sea famosa, os invito a que os inventéis mi historia. Todas serán ciertas pero ninguna lo será del todo. A todos os gustará, de hecho, será la historia que siempre habéis imaginado que podría ser la vuestra. Y lo más importante: dará igual; a nadie le importará.

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